"No hay país en el mundo más egoísta que los EEUU"

Cuando caminábamos hacia la plaza José Martí, en la ciudad de Cienfuegos, me distraje unos minutos en una pequeña librería que funcionaba con moneda nacional, a pocos metros de nuestro destino. La librería estaba bastante desabastecida y se necesitaba poco tiempo para realizar una excursión completa a través de los tomos que exhibía: todos tenían relación, sino con las ciencias exactas, con la historia revolucionaria de Cuba. Hojeé unos cuantos libros que me llamaron la atención, descubriendo que la mayoría habían sido impresos en Rusia por una editorial Soviética, lo que en varios de ellos explicaba el deteriorado estado que presentaban. Me entretuve unos segundos con un pequeño libro en el que un matemático soviético exponía sus reflexiones científicas en relación a una serie de conversaciones que había entablado con amigos psicólogos, biólogos y de otras áreas ajenas a los números. Lo dejé y agarré otro librito titulado "Conversaciones sobre Imperialismo" o algo así, que no era otra cosa que una entrevista a Fidel Castro en la que éste se refería a temas relacionados con Estados Unidos. Escogí una página al azar y leí, en palabras del líder revolucionario: "No hay país en el mundo más egoísta que los EEUU".

No se necesita ser Fidel Castro para  llegar a tal conclusión, pero a lo largo del viaje, a medida que iba compartiendo con la gente y me iba acercando con la historia de Cuba, fui entendiendo que el de los cubanos es uno de los países que más ha experimentado el egoísmo norteamericano. Descubriría también que aunque las opiniones de los cubanos respecto a los Fidel pueden diferir totalmente, están todos de acuerdo en su desprecio hacia el gobierno norteamericano.

El azúcar, el Maine y la enmienda Platt

La historia de los dos países se cruzó por primera vez en la época de la colonia española. En 1820 Cuba era el mayor productor de azúcar y Estados Unidos el principal comprador. Así, durante el siglo XIX los estadounidenses, cada vez más aficionados al azúcar, empezaron a reclamar la anexión de la isla como "una estrella más": el presidente Jefferson había ofrecido a la corona española comprar la isla en 1808 y le seguirían en su intención el presidente Polk en 1845, doblando la oferta de Jefferson a 100 millones de dólares, y otros dos presidentes durante lo que restó del siglo, recibiendo todos la negativa del país ibérico.

Cuba había vivido el primer intento independista entre las décadas de 1860 y 1870. En esa ocasión, los separatistas liderados por Carlos Manuel de Céspedes habían sido derrotados y la economía del país había quedado debilitada. El segundo intento independista llegaría en la última década del siglo XIX junto a José Martí, el prócer de la independencia cubana. Aunque Martí encontró una muerte temprana en los campos de batalla en 1895, había organizado nuevamente las tropas insurgentes y las ideas revolucionarias que había desarrollado lograron encender nuevamente la chispa independentista. La guerra continuó después de su muerte con Antonio Maceo y Máximo Gómez a la cabeza de los rebeldes, quienes después de algunas victorias pudieron sostener la ofensiva. Los españoles  fueron respondiendo con fuerza y la guerra se fue haciendo cada vez más sangrienta.

Durante esos años la prensa amarilla estadounidense se había dedicado a desprestigiar a los españoles publicando noticias sensacionalistas respecto a lo que ocurría en la isla. En 1898, entonces, el gobierno norteamericano decide enviar a Cuba el acorazado Maine con la supuesta intención de proteger a los ciudadanos estadounidenses que se encontraran ahí. El 15 de febrero el barco explotó "misteriosamente" en un puerto de La Habana, dejando 266 marineros muertos y otorgando a Estados Unidos las razones suficientes para intervenir Cuba. Hoy en día cualquier cubano al que se le pregunte está seguro que al tal barco lo hundieron sus propios dueños.

Estados Unidos entra en guerra contra España y vence en una sola batalla; los españoles se rinden el 17 de julio, firmándose en diciembre del mismo año en París el tratado de paz que pone fin al conflicto hispano-estadounidense, sin ningún representante cubano entre los invitados. Los norteamericanos comienzan entonces con una política que en la isla llaman neo-colonial, otorgando al país caribeño un estado de semiindependencia con la finalidad de apaciguar el descontento de los independistas y al mismo tiempo evitar los posibles gobiernos cubanos.

En 1900 se redacta una Constitución parecida a la de Estados Unidos y más tarde, en 1901, se añade una enmienda (la enmienda Platt) a la Ley de Apropiaciones del Ejército que otorga al país norteamericano el   la posibilidad de intervenir militarmente Cuba cuando lo considerara necesario. De esa manera se establece definitivamente la base Naval de Guantánamo en la provincia oriental de la isla.

La Revolución y el embargo



Estados Unidos, con su conocida doble moral, siempre se ha preocupado de hacer outsourcing de todos sus vicios. Consecuencia de ello es que todos los países que están cerca de él estén sumidos en violentos narcotráficos, exceptuando a algunos como Canadá y Cuba, y si el archipiélago caribeño se ha salvado de esa terrible realidad es gracias a la Revolución, indudablemente.

Tras el término de la guerra Hispano-estadounidense, Cuba fue declarada independiente el 20 de mayo de 1902. Durante la primera mitad del siglo XX el país caribeño sería manejado por gobiernos débiles y corruptos y viviría tres intervenciones militares norteamericanas.

En la década de 1920 la gran parte de los cultivos y de las minas de la isla eran propiedad de empresas de Estados Unidos y durante la vigencia de la ley seca en ese país, entre 1919 y 1933, el país caribeño fue convirtiéndose en el "night club" estadounidense, donde mafiosos como Al Capone fueron levantando jugosos negocios turísticos basados en el alcohol y la prostitución. En 1925, y ante una crisis política latente,  asume a la presidencia Gerardo Machado Morales, quien  después convertiría su gobierno en una dictadura represiva hasta ser derrocado por Fulgencio Batista tras una huelga general espontánea en 1933. Cuba estaba entonces sumida en el caos y sufriendo los impactos de la crisis económica de 1929, la que la había afectado fuertemente. Durante el resto de los años 30 nueve presidentes pasarían por la silla presidencial hasta que en 1940 asumiría el poder el hasta entonces jefe del ejército Batista, tras unas elecciones que algunos describen como relativamente libres y justas. Ese mismo año entró en vigor una nueva Constitución, calificada como una de las más avanzadas de la época y la más democrática en toda la historia de Cuba. En 1952, después de ocho años de ausentarse del poder y de haber sido sucedido por dos gobiernos corruptos, Batista da un segundo golpe de Estado después de haber cerrado un trato con la mafia de Estados Unidos y apoyado por el gobierno de ese país; faltaban semanas para las elecciones presidenciales en las que el golpista hubiera participado sin muchas esperanzas de victoria.

De esa manera se inicia una dictadura corrupta y violenta que fue alimentando los ánimos revolucionarios surgidos en torno a la figura de Fidel Castro Ruz. El revolucionario había dirigido un ataque frustrado a tropas de Batista el 26 de julio de 1953, pero no sería sino hasta el año 1959, después de años de arresto y exilio y tras los violentos enfrentamientos contra el ejército del dictador en el año 1958, que llevaría a sus hombres al poder, iniciando de esa manera una nueva etapa en la historia del país caribeño que traería profundos cambios en la sociedad cubana.

Tras el triunfo de la revolución, el gobierno de Estados Unidos, atemorizado por el giro gradual del nuevo gobierno cubano hacia la izquierda, presionó a las refinerías de Texaco, Standard Oil y Shell instaladas en Cuba para que se negasen a refinar petróleo soviético. Fidel Castro respondió nacionalizando las petroleras y el gobierno estadounidense, a su vez, recortó la cuota de azúcar cubano. Todo eso provocó un acercamiento cada vez mayor entre el gobierno cubano y el soviético, que se había comprometido en comprar el azúcar de la isla en 1959. Se iniciaba así una áspera época en la diplomacia entre ambos países- EEUU y Cuba- que rayaría en lo infantil con políticas basadas en el "ojo por ojo".

Para principios de 1961, cuando se iba intensificando la guerra fría, EEUU ya  había cancelado la cuota de azúcar y había prohibido a sus ciudadanos viajar a la isla, rompiendo las relaciones diplomáticas con Cuba. En la misma época el gobierno estadounidense, con la complicidad de la CIA, puso en marcha un programa de acciones contra el régimen de Castro que incluían planes de invasión y asesinatos. De ese programa surgió el plan de la vergonzosa invasión a la bahía Cochinos, ideado junto con grupos contrarevolucionarios. La conspiración militar reunió a 1400 exiliados cubanos que, confiados en una victoria, partieron el 14 de abril del 61 escoltados por la Marina estadounidense desde Nicaragua hacia la costa sur de Cuba. Tardaron tres días en ser derrotados por Castro.

A raíz de la humillante derrota EEUU, avergonzado y "con el ojo en tinta", declara el embargo total al comercio con Cuba y presiona a los demás países para expulsar al país caribeño de la OEA. Castro por su parte establece relaciones más sólidas con la URSS y acepta la instalación de misiles soviéticos de medio alcance en la isla, lo que posteriormente ocasionaría la Crisis de los misiles, llevando al mundo al borde de una guerra nuclear sin precedentes en octubre de 1962.

Cinco años después el pueblo cubano recibe un golpe doloroso cuando el Ché Guevara, el revolucionario más querido por los ciudadanos de la isla, es ejecutado por militares bolivianos ante presiones de la CIA.

Terminada la Guerra Fría y caído el muro de Berlín, Cuba deja de percibir el crédito multimillonario recibido de la URSS y el comercio con ese país desaparece de la noche a la mañana. Fidel Castro, terco, decide mantenerse firme y evitar la suerte de su homólogo alemán Honecker, declarando un Periodo Especial de cinco años en 1991. El programa de austeridad originó un fuerte descenso en la calidad de vida de los cubanos, incorporando un sistema de racionamiento severo que sumió a la isla en miseria y hambre. Muchos cubanos opinan que tal periodo no concluyó nunca.

Estados Unidos por su parte promulgó en 1992 la Ley Torricelli, que prohibe a las filiales extranjeras de empresas estadounidenses comerciar con Cuba, además de impedir a los barcos que hayan hecho escala en la isla atracar en puertos de EEUU durante seis meses. La ley, todavía vigente, no sólo provocó mayor sufrimiento- según conclusiones de la misma American Association for World Health- al pueblo cubano afectando mayormente (99%) a productos alimentarios, medicamentos y equipos médicos, sino que ayudó a Fidel Castro a concentrar poder y popularidad entre los ciudadanos de la isla, que veían en EEUU un terrible y claro enemigo, en esa terrible época.

Aún hoy es posible explicar el poder de los Castro a través de la que para muchos poco a poco se va convirtiendo en la única de sus virtudes: su firme oposición al gobierno de EEUU. Los norteamericanos por su parte, continuando con sus torpes políticas exteriores, han seguido alimentado el rechazo que inspiran en algunas regiones como Latinoamérica, donde uno de los factores que ha fortalecido a la izquierda en el último tiempo es el desagrado de la población ante el gobierno estadounidense. Los bolivianos podemos acordarnos que el primer empujón electoral recibido por el gobernante de izquierda Evo Morales fue dado por un embajador de Estados Unidos, Manuel Rocha, al hacer desatinadas y entrometidas declaraciones en 2002.